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La lucha entre la carne y el cristiano

Actualizado: 4 abr 2020

Extracto de la charla del día 26 de abril de 2018 en la Iglesia de Cristo en Casa Sede Puente Alto, “Responsabilidades de la Iglesia - Parte 3”

Por Fernando Bustos, encargado de la comisión de finanzas de la Iglesia de Cristo en Casa.

Muchos dicen que no existe lucha espiritual, que a Dios nadie le pelea, que Cristo ya triunfó, por lo tanto, no hay enemigos, esto es muy cierto, pero lamentablemente para nosotros los creyentes, quienes aún vivimos en nuestra carne, esto no es necesariamente así, pues hay fuerzas terrenales y espirituales en batalla contra lo que Dios quiere para nosotros, Pablo toca el tema de esta batalla en la carne en Romanos 7:18-19 “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo. Porque no hago el bien que quiero, sino el mal que no quiero, eso hago” (Lockman Foundation, 1997), por lo tanto, no podemos negar que ciertamente no estamos libres de presiones externas e internas que nos querrán conducir al pecado.


En el presente resumen se tratará de ahondar un poco en este aspecto, pues, como cristianos, no podemos cegarnos a esta realidad, nuestra carne quiere llevarnos a hacer su voluntad, lo que es normal e inclusive es bueno, aceptable y bien visto en el mundo, el que busca satisfacer sus deseos y disfruta haciendo esto, e incluso para algunas filosofías es la búsqueda del placer el significado absoluto de la vida. Pero ¿por qué si el mundo ve con buenos ojos esto, los cristianos no lo hacemos?.


La respuesta nos la da Pablo, haciendo un llamado a que vivamos una vida espiritual al decir en Gálatas 5:16-17 “Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis“(op. Cit).


En resumen, hay una lucha entre el Espíritu, que quiere llevarnos a hacer ciertas cosas y la carne, que quiere llevarnos a hacer otras cosas, pero estas cosas a las cuales nos atrae cada uno son opuestas, son absolutamente contrarias, por ende, no podemos hacer las dos a la vez, porque una a la otra se anulan mutuamente.Si esto es así, entonces lo obvio para todo cristiano debería ser el hacer las cosas del Espíritu, pero sabemos por nuestro propio testimonio que esto no es así, cada día tenemos luchas en nuestros cuerpos y tal como vimos, Pablo nos lo dice en Romanos 7:18-19 (op. Cit), queremos hacer lo bueno, pero no podemos, porque el pecado vive en nosotros, esto siempre debemos tenerlo en cuenta en cada decisión que hagamos, debemos ser sabios en decidir quién está controlando nuestras acciones, la carne o el espíritu, pues claramente hay una disputa.


Pablo continúa diciendo en Romanos 7: 21-23 “Así que, queriendo yo hacer el bien, hallo la ley de que el mal está presente en mí. Porque en el hombre interior me deleito con la ley de Dios, pero veo otra ley en los miembros de mi cuerpo que hace guerra contra la ley de mi mente, y me hace prisionero de la ley del pecado que está en mis miembros” (op. Cit). Entonces, ¿Cómo podemos hacer lo que queremos y no lo que quiere nuestra carne? ¿Cómo podemos ser libres de esto que nos mantiene como esclavos y prisioneros? ,


Primeramente, debemos aliarnos con Cristo, pues Él tiene el poder para ayudarnos en esta lucha, Pablo lo sabía y continúa diciéndonos que hay una esperanza, que a pesar de que estamos teniendo esta lucha y de que muchas veces la perdemos, no por eso vamos a perder la guerra, en Romanos 7: 24-25 nos dice “¡Miserable de mí! ¿Quién me libertará de este cuerpo de muerte? Gracias a Dios, por Jesucristo Señor nuestro. Así que yo mismo, por un lado, con la mente sirvo a la ley de Dios, pero por el otro, con la carne, a la ley del pecado”(op. Cit) y esto debe darnos paz, pues Cristo mismo nos viene a libertar, Él nos hace libres, sin importar si pecamos o no, lo único que debemos hacer es no dejarnos esclavizar por estas cosas, debemos tomar la libertad con la que Cristo nos hizo libres y hacerla nuestra, vivirla y reconocer que nuestro Señor es Él, si somos esclavos, somos esclavos de Él y solamente de Él, porque no podemos servir a dos señores.


También debemos luchar activamente contra los deseos de nuestra carne, pues estos interfieren directamente con lo que desea el Espíritu, debemos seguir el ejemplo de Pablo en 1 Corintios 9:27, cuando nos dice “sino que golpeo mi cuerpo y lo hago mi esclavo, no sea que habiendo predicado a otros, yo mismo sea descalificado”(op. Cit), es decir, no debemos temerle al sufrimiento o a la molestia corporal producto de frenar el deseo del pecado cuando quiera crecer en nuestro interior, nosotros debemos esclavizar nuestra carne y no nuestra carne esclavizarnos a nosotros.

Bibliografía; Lockman Foundation. (1997). La Biblia de las Américas (LBLA). The Lockman Foundation


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